Las historias que vivimos, las historias que imaginamos. Las historias que contamos. Las historias que no contamos. Las historias latentes, como las que guarda el mar.

Todos tenemos historias. Las que nos contaron abuelos, padres, las de los amigos en el café. Las que comparten los niños, con sus ojos grandes. Las que, desde hace miles de años, dan calor junto a un fogón, las que cantan poetas y juglares, las que asoman en una canción de rock. Las historias de los navegantes en los bares del puerto. Las de los viejos mientras juegan a las cartas. O las de los científicos apasionados. Las historias que tantos libros por tantos siglos nos vienen contando, con su paciencia de página y polvo. Las del Kindle, las de Netflix, las de los jueguitos, las de los comics, las fotos y las pinturas, las del cine y el teatro, las historias de las noticias -a veces fake-, las que se escuchan por la calle. Las historias que vivimos, las historias que imaginamos. Las historias que contamos. Las historias que no contamos. Las historias latentes, como las que guarda el mar. 

Contar y que te cuenten, como cuando éramos chicos, como cuando lo seguimos siendo. El gusto de suspender la incredulidad por un momento y abrirse a algo más, salir de nuestra circunstancia y, de ser humano a ser humano, franquear fronteras casi siempre también inventadas. 

La invitación es a encontrarnos, por ahora on-line, y contar y escuchar historias. Propondré alguna para arrancar pero la idea es que sea un ida y vuelta y quien guste pueda sumarse. Se puede entrar sin contar nada y hacernos compañía.    

No es necesario ser literato ni actor ni cuentacuentos ni tener una voz de radionovela ni ser extrovertido. Si alguien como yo se atreve a hacer esta propuesta es porque, créanme, es apto para tímidos acérrimos.  

No hace falta pedir permiso.

Es de todos.

https://historiasencomunidad.blogspot.com/

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